La historia, presencia, prácticas, estilo de vida y contexto sociocultural de las cantoras campesinas del norte neuquino forman parte del patrimonio cultural inmaterial de la Provincia del Neuquén. Este reconocimiento contribuye a saldar una antigua deuda de los y las neuquinas con su propia identidad e historia para con una de las manifestaciones emblemáticas de la cultura viva de la Provincia, como asimismo en un desafío por generar mecanismos participativos para propender a su salvaguardia.
Diversos ámbitos constituyen los escenarios donde las cantoras despliegan su arte y su función social: se realiza en contextos de ceremonias, como fiestas de santos, aniversarios de localidades, casamientos y antiguamente en trillas, como velatorios de angelitos y, a partir de las últimas décadas, en fiestas específicas como el Encuentro de Cantoras en Varvarco o la Fiesta de San Sebastián, en las Ovejas o en la Fiesta Nacional del Chivito, la Danza y la Canción en Chos Malal, todas vinculadas al universo sociocultural de la trashumancia pastoril que se práctica secularmente por los crianceros de la región y que tienen a las cantoras como referencias insoslayables.
La transmisión intergeneracional que realizan las cantoras campesinas para perpetuar su práctica cultural se realiza a través de diversos mecanismos: si la vía tradicional ha sido históricamente la matrilineal, ello no excluye la posibilidad de otro tipo de transmisiones de otros miembros de la estructura filial como abuelas o tías e inclusive en contextos comunitarios, por fuera del núcleo familiar.
Hay diversas “formas de ser cantora”, las generaciones antiguas y las jóvenes. En este grupo se puede notar el arco generacional que abarca abuelas, madres y nietas, donde se expresa la organicidad de la vida con sus avatares. Lo que ha implicado muchas veces el dejar de cantar y sus recomienzos, indicando la necesidad de volver al origen a través de su canto, reconocerse y encontrarle otro sentido a la existencia. Este patrimonio vivo de las cantoras debe ser entendido como linajes no solo familiares sino también culturales, sedimentos de una región, legado que se pone en acto cada vez que una niña toca una tonada.